«Donde las palabras terminan, empieza la música.»
Goethe no fue solo uno de los más grandes escritores y poetas de la literatura alemana, sino también un profundo conocedor y crítico de arte, música y teatro.
Desde la infancia, su padre le transmitió un profundo amor por el arte clásico, adquirido durante su propio viaje a Italia. Wolfgang, por su parte, viajó también a Italia (1786–1788), donde tuvo la oportunidad de reflexionar sobre el arte clásico, desarrollando una estética basada en la armonía, el equilibrio y la imitación de la naturaleza.
Sus observaciones están recogidas en Viaje a Italia, donde comenta con profundidad las obras de arte antiguas y renacentistas, así como en numerosos otros escritos de crítica artística. En ellos, Goethe valora el arte como manifestación de la Idea, un concepto cercano al pensamiento platónico. Expresa admiración por las obras que logran fusionar idealización y verosimilitud, rechazando tanto el manierismo como la excesiva subjetividad romántica.
En 1810 publica la Teoría de los colores, en la que opone su visión cualitativa y subjetiva de la experiencia cromática a la explicación científica de Newton. Esta obra tuvo gran influencia en artistas como Turner y Kandinsky, aunque fue criticada por físicos y científicos de su época.
Goethe poseía una sensibilidad musical muy desarrollada, lo que le permitió mantener una intensa relación personal con la música: aunque no tenía formación ni habilidades como músico, apreciaba el talento de muchos músicos y compositores, entre ellos Carl Friedrich Zelter, con quien mantuvo una abundante correspondencia, y Felix Mendelssohn Bartholdy, a quien conoció y admiró cuando aún era un niño, llegando a elogiar su genio precoz (lo comparó incluso con Mozart). También tuvo una relación compleja con Beethoven.
En numerosos escritos y cartas, Goethe expresó juicios estéticos sobre la música, valorando la claridad formal y la armonía clásica, y manifestando reservas ante la excesiva expresividad de la música romántica.
Goethe fue también un hombre de teatro, habiendo ocupado durante mucho tiempo el cargo de director del Teatro de la Corte de Weimar. En ese papel modernizó la escena teatral alemana, promoviendo una actuación sobria y clásica, y defendiendo la importancia de la dirección escénica y la escenografía.
Escribió numerosos ensayos sobre teatro. Para Goethe, el teatro debía educar y elevar al público, no solo entretenerlo. Admiraba a Molière y a Shakespeare, pero intentaba armonizarlos con el modelo clásico.
Sus obras teatrales, como Ifigenia en Táuride, Egmont y, sobre todo, Fausto, muestran una gran conciencia escénica, una especial atención a la música y un fuerte sentido del efecto dramático.
Goethe Haus Palermo
Un sitio sobre la extraordinaria personalidad de Goethe.
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